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¿Cómo de heavy sería haber vivido nuestro confinamiento sin Netflix?, ¿sin Instagram y sus directos?, ¿y sin conciertos caseros en streaming? Para nosotros habría sido peor que para un influencer salir de casa con menos del 50% de batería.
Esta etapa nos ha servido para poner en valor el contenido audiovisual que tenemos a diario y de manera inmediata. Muchas horas hemos pasado frente a nuestras pantallas deleitándonos con series, películas, documentales y boles y boles de palomitas. Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña, ¿verdad?
Cuando no hemos podido disfrutar de la calle y su esencia el mundo audiovisual ha sido nuestro universo personal. ¿Te suenan La casa de papel, The Mandalorian, El hoyo, Parásitos, Joker…?
Además del entretenimiento que nos proporciona, el audiovisual es una fuente de conocimiento y aprendizaje que, como muchas otras formas del saber, no está al alcance de todos.
Y no nos referimos a que todo el mundo pueda tener HBO en su televisión, sino a que los documentos históricos y académicos audiovisuales sean accesibles, conservados y preservados con la atención y el trato adecuados.
¿Qué podemos hacer entonces para conseguir mantener activo nuestro patrimonio audiovisual?
1. Ver pelis. O dicho de otra forma: Acudir a los archivos tanto digitales como físicos para fomentar su consumo y sobretodo para generar una demanda que tenga como consecuencia la revaloración de nuestro patrimonio. Lo dicho: ver pelis.
2. Valorar y apoyar a aquellas personas que se dedican a generar cada día este tipo de contenido, sobretodo a las que tenemos más cerca. Especialmente fuera de Instagram stories.
El audiovisual es nuestra ventana a todos los mundos. Te presentamos el nuestro:
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