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Este año nos ha roto los esquemas, y el verano, para los mortales que no contamos con el don de la influencia, ha sido cuanto menos paradito.
No fue posible cumplir los planes de viajes soñados: conciertos y festivales que duran tres días tras los que llegas a casa como si hubieras hecho el París-Dakar.
Y es que el verano era esto, esperar 9 largos meses (al igual que con el milagro de la vida) para disfrutar las pequeñas cosas que nos alegran: bailar, cantar, comer a tutiplén (eso sí lo hemos cumplido), beber (pero siendo responsables por favor), pero sobre todo viajar. ¡Ay viajar!… Algunxs ni recordamos que era eso… ¿coger un avión? ¿Un tren? ¿¡Un autobús!?
La crisis sanitaria ha sido un golpe limpio y directo al turismo y a todo lo que lo rodea. La ONU estima que jóvenes, mujeres y trabajadores de la economía informal serán los colectivos más afectados por el cierre de empresas dedicadas al turismo o a actividades turísticas.
Barriendo para casa, sin turismo (tanto nacional como internacional) los festivales no serían posibles. Traducción: este año La Carballeira no ha llenado sus “recunchos”, no hemos comido las tapas de nuestros chefs favoritos del mundo mundial, y no hemos bailado y cantado hasta caer rendidxs.
Eso sí, hemos revivido ‘Esa maldita felicidad’ propia de las noches entre nuestros carballos. Que aunque no es lo mismo… ayuda mucho.
Nos sobran razones para celebrar el día del turismo pensando en las nuevas aventuras que nos esperan. No nos vengamos abajo (aún no), porque el 2021 lo vamos a mover todxs, con nuestra fuerza para volver a lo que éramos (y que nunca hemos dejado de ser). Pero sobre todo, otra vez barriendo para casa, con nuestras ganas de UN BUEN FESTIVAL.
Como dijeron los artistas de Cumbia All Stars “Yo vengo desde el Perú a cantar mi rumba buena”. Y es que volveremos a viajar: cruzaremos el Atlántico ida y vuelta para plantarnos como los árboles de La Carballeira delante de los escenarios de los artistas que nos remueven y nos mueven.
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